De visita en Antofagasta debido a su labor como asesor experto del programa AntofaEduca, abordó los desafíos de la innovación en la educación, la importancia de la familia como eje de todo proceso de interacción social y de la importancia de ver el error no como algo negativo, sino como una oportunidad para aprender.
De profesión economista y magíster y doctor en Educación, Treviño señala algunos de las fortalezas y debilidades de la educación chilena, donde su visión es que estamos mejor de lo que pensamos, pero que es necesario introducir cambios para romper con la burocracia y el modelo de desconfianza en las unidades educativas.
¿Cuál es el nivel de la educación chilena a nivel latinoamericano?
-Hemos avanzado bastante, pero nos quedamos estancados en lo mismo. Llevamos 12 años con un conjunto de políticas que supuestamente buscan asegurar la calidad, y durante ese tiempo no ha mejorado la calidad ni la equidad. En su momento fue exitoso el modelo, pero ahora necesita cambios. Es el momento de dar prioridad a los niños.
¿Es aburrida y demasiada estructurada la educación en Chile?
-Eso es un arma de doble filo, como en toda organización. Chile es altamente organizado en el área escolar, los profesores hacen clases y aprovechan bien el tiempo, el problema es que las actividades son muy aburridas y poco motivantes para los niños. Independiente de ello, Chile está a la vanguardia en educación en América Latina, esa receta nos dio resultados en el pasado, pero ahora es mayor la exigencia y también las capacidades económicas y de enseñanza que tenemos en el país.
-¿Es un buen parámetro comparar la calidad educativa pública con los resultados del Simce y la PAES?
-Los resultados dependen en 75% del nivel socioeconómico promedio, se puede comparar, lo que no podemos decir es que este colegio es mejor porque tiene PAES alta. No es la dependencia ni el colegio lo que causa que le vaya mejor a los estudiantes. Lo que sí, en un análisis más profundo, es cuando detectamos que los estudiantes tienen todo en contra y les va bien, ahí está pasando algo positivo y digno de estudio en términos pedagógicos. En sí, el Simce y la PAES son buenos instrumentos, pero deberíamos utilizamos para medir el sistema en vez de comparar colegios individuales.
¿Qué se necesita entonces?
-Necesitamos hacer cambios, innovar. Por el entramado de las escuelas y los profesores, estamos preocupados de los indicadores de desempeño y no del aprendizaje y del desarrollo integral. Esto es que ponemos atención a los instrumentos y resultados en pruebas y rúbricas, pero perdemos de vista a los niños y a los colegas que trabajan junto a nosotros en las escuelas. Estamos agotados por el cumplimiento, que en educación se le conoce como “cumplo y miento”. Claro, lleno el formulario, pero no estoy entregando la información fidedigna, porque el sistema te castiga. Esto desvía atención y recursos que deberían concentrarse en atender las necesidades de los niños.
APRENDIZAJES
¿Se justifican las tareas a la casa en la Jornada Escolar Completa?
-Por ningún motivo. Por ejemplo, imagínate a una persona que trabaja en turno en una minera y le mandan pega para la casa. Eso no es razonable que ocurra. La misma lógica aplica para los estudiantes en jornada completa. Una buena parte de esa jornada debería ser para actividades extracurriculares de aprendizajes y de socializar, de una forma de aprender basada en los juegos e interés de los niños. En este sentido, debemos superar la confusión que tenemos entre enseñanza y aprendizaje, pues pensamos que si enseñamos la gente aprende, y no es así. Lo que no se hace, no se aprende, hay que jugar con ese conocimiento, y el protagonismo de los estudiantes en actividades genuinas en el aula es bajo.
¿Y qué pasa con las habilidades blandas?
-Hay que preparar a los niños para la maratón de la vida. No basta con escuchar a un profesor, hay que jugar, hay que prepararse, hacer ejercicio, alimentarse bien y luego comenzar la carrera. Las habilidades blandas son como prepararse para la maratón, se da la oportunidad a los estudiantes de ejercitar esas habilidades cambiando la dinámica en la sala de clases e insertarse socialmente, hay que equivocarse. Lamentablemente, el error se castiga más en la casa y en las escuelas, dos terceras partes de las familias utilizan la violencia para educar a los menores y 36% le pega a los niños como método educativo.
¿Qué rol juega AntofaEduca en este nuevo modelo de educación?
-Es un esquema de mejora continua y Antofagasta tiene una gran ventaja en que la gente está ávida de hacer un mejor trabajo. Aquí construimos un espacio sicológico seguro para equivocarnos con los directores y directivos, por eso cada mes vamos revisando cómo nos va y si nos equivocamos en la planificación a inicio de año, la cambiamos, y modificamos los objetivos y metas de ser necesario, lo que no permiten los instrumentos públicos de gestión. Aquí la confianza es clave en todo el grupo y en los que participan en esta red, aquí prima un liderazgo descentralizado.
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