Si tomamos el archivo y retrocedemos veinte años nos daríamos cuenta que, en este período de tiempo, el cobre ha alcanzado precios sobre 3 US$ la libra en varias oportunidades. La proyección de su valor y su estabilidad al futuro también es optimista, pero como país no hemos sido capaces de capitalizar este precio y transformarlo en innovación.
No es posible pensar en desarrollo sostenible en el tiempo, si la inversión que realiza Chile en Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI) no es acorde a lo que debería y podría ser. Nuestro país es el que menos invierte en I+D del grupo OCDE. Llevamos dos décadas con una inversión que no supera el 0,4% del PIB y en el presupuesto 2021, podría disminuir de 0,38% a 0,34%.
En esta línea, es prudente señalar que, con mayor inversión en CTI, zonas mineras en el norte como Calama podrían haber desarrollado capital humano de avanzada y nuevas tecnologías como recuperación de agua y servicios de tecnología minera, entre otros. Pero al parecer no hay visión a largo plazo.
Impulsar la innovación es clave y debería ser prioritario, más aún con un precio optimista que da para sostener una inversión en CTI a la altura de países desarrollados. Para eso hay que pensar y ejecutar como país desarrollado, más allá de las etiquetas y las palabras: se deben proyectar acciones concretas en las que la innovación, ciencia y tecnología sean el engranaje perfecto del motor de nuestro desarrollo del presente y sobre todo del futuro. Australia, por ejemplo, genera más de 92 mil millones de dólares en la industria de servicios de Minería y Equipamiento tecnológico (METS).
Elegir el camino del desarrollo y recorrerlo al ritmo de las grandes economías a nivel mundial o marcar el paso y desperdiciar el tremendo potencial que nos ofrece la minería en Chile, es la decisión que hoy debemos tomar. En esta Revolución Industrial 4.0, se nos pasará nuevamente la oportunidad de ser los líderes globales, si no enfocamos nuestros esfuerzos y redefinimos nuestras estrategias de desarrollo.
En Minería, Chile compite a nivel de alto rendimiento. En pocos ámbitos, nuestro papel es de potencia mundial. Pese a la poca inversión, la escala y el nivel de profesionales, nuestro rol es de primer nivel. Pero si no se apuesta por I+D y lo transformamos en soluciones de alto impacto, todo quedará en buenas intenciones y sueños de un futuro que tenemos al alcance de nuestras manos. El desafío hoy es no ser nuestros propios Innovation Killers, sino los futuros forjadores de una nueva veta digital minera a nivel global.
Co-fundador y CEO de INDIMIN
Álvaro Díaz
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