Iniciativa busca mejorar la captura de alimento en el medio natural para las larvas de especies viables para la Acuicultura. Una biopelícula de diseño, junto con la incubadora “Aqvanursery”, servirían para potenciar la Acuicultura de Pequeña Escala (APE) en áreas de manejo y explotación de recursos bentónicos (AMERBs).
Validar una biotecnología para la atracción de zooplancton marino, como alimento vivo hacia las incubadas larvales desarrolladas también en la UA y conocidas como “Aqvanursery”, aumentando así la sobrevivencia de las especies candidatas para la Acuicultura, fue el objetivo de un proyecto FIC-R, por 190 millones de pesos, que desarrolló el Centro de Bioinnovación, CBIA, de la Universidad de Antofagasta.
El proyecto, debido a la pandemia y a los ciclos naturales de la especie seleccionada para su desarrollo (pulpos del norte, Octopus mimus), comenzó en 2020 y culminó en junio de 2023. El Fondo para la Innovación y Competitividad Regional, FIC-R, del Gobierno Regional de Antofagasta lo financió por más de 190 millones de pesos.
El director del proyecto, investigador del CBIA Fernando Valenzuela, explicó a Prensa UA que la etapa larval es la más complicada para el control de un ciclo de vida en Acuicultura y, que para superar ese ciclo y evitar la mortandad de las especies en cautiverio, es fundamental capturar alimento vivo en la columna de agua a modo de ofrecer una dieta balanceada en condiciones semi-controladas.
“Nuestra tecnología propone un cambio de paradigma, acoplándose a los procesos que ocurren en la naturaleza, haciendo uso provechoso de los servicios ecosistémicos. Las biopelículas, revisten los substratos y emiten una señal química al ambiente haciendo que el zooplancton ingrese a las jaulas donde tenemos las larvas en confinamiento”, explicó el científico.
Las larvas que se encuentran en estas jaulas o incubadoras (tecnología Aqvanursery), son seleccionadas con un criterio en particular; deben ser especies altamente depredadoras de zooplancton, como por ejemplo, pulpos, langostas, centollas y algunos peces.
“Superada la etapa larval, desarrollada en los dispositivos Aqvanurerys, tras semanas de confinamiento en el mar y debido al mejor y constante alimento capturado en el medio natural gracias a las biopelículas, las especies se convierten en semillas para luego ser trasladadas a otros sistemas de cultivo para su crecimiento en etapa de juveniles, hasta llegar a ser económicamente viables de cultivar”, explicó el investigador de la UA.
Biopelícula
La biopelícula que fue validada mediante este proyecto se compone de una bacteria y dos microalgas, las cuales al “trabajar” unidas, generan una sobre expresión de los ácidos grasos poliinsaturados, también conocidas como Omega 3 y Omega 6, entre otros. Luego, mediante un proceso de incubación en foto-bio-reactores, se biologizan algas de plástico ubicadas dentro de las jaulas, sirviendo posteriormente como atractantes para el zooplancton.
La validación de la tecnología local corresponde a un prototipo avanzando, lo cual, permitirá generar una patente del trabajo realizado con estas biopelículas. Se debe destacar que el dispositivo “Aqvanursery” ya cuenta con patentamiento en varios países.
Beneficiarios
“La tercera etapa sería traspasar la tecnología, creada completamente en nuestra universidad, a los pescadores artesanales en posesión de AMERBs y a pequeños acuicultores. Durante todo el proceso les informamos respecto a los avances, por eso esperamos que nuestras investigaciones sean aplicadas e impacten positivamente en la calidad de vida, generando de paso, diversificación productiva para la región”, culminó el investigador de la UA, Fernando Valenzuela.
Equipo
El equipo de trabajo detrás de este proyecto está integrado además por los ingenieros en acuicultura Yamila Muñoz, encargada del manejo de reproductores y administración general, Cristian Mejías, encargado de cultivos larvales en hatchery, Leonel González, experto en producción de biomasa microalgal el ecólogo marino Francisco Lira, encargado del apoyo en actividades de terreno y hatchery y el doctor Carlos Riquelme, como experto en microbiología marina y director del CBIA.
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