¿Conoce cuáles son sus “relojes biológicos”?, ¿Qué dicen los estudios sobre el cambio de hora y su impacto en las personas?, ¿Es mejor el horario de invierno o el de verano? Experta de la Universidad Andrés Bello responde estas preguntas.
La cronobiología –de cronos=tiempo y bios=vida– es la ciencia que los estudia y que ofrece nuevos conocimientos teóricos y experimentales. Se supone que los ritmos biológicos son determinados por “relojes biológicos” en núcleos neurológicos ubicados en el quiasma óptico del cerebro. Este es el centro que se ve afectado cada vez que se realiza un cambio de horario en nuestro país generando alteraciones para algunas personas. Por eso es importante enfatizar la relación no rígida de las funciones humanas con la duración establecida del día de 24 horas.
La académica y directora de Enfermería de la Universidad Andrés Bello en Concepción, Sara Contreras, explica que el ciclo fisiológico, por ejemplo, dura alrededor de 23 horas en el ser humano. El ciclo emocional, que establece alzas y bajas rítmicas en el estado de ánimo, dura alrededor de 28 horas, y el intelectual, que determina el nivel de nuestras funciones intelectuales, dura alrededor de 33 horas. “Esto implica que en un determinado momento podemos estar en el nivel de máximo rendimiento físico, pero bajo en el rendimiento intelectual y en otro nivel emocional. Es evidente la utilidad de conocer nuestros relojes para planear actividades físicas, intelectuales y emocionales. Estos cambios y ajustes, por lo tanto, son personales e individuales”.
La justificación del cambio de hora
El “Horario de Verano” tiene por objetivo economizar energía eléctrica utilizando la luz del sol en los días que duran más. Este horario se implantó por primera vez durante la Primera Guerra Mundial, con el fin de economizar energéticos y la medida se aplica ahora en 73 países. Se ha hablado mucho de las alteraciones que produce este cambio de horario, sin embargo, los estudios epidemiológicos relacionados con el cambio de horario son escasos e incluso contradictorios.
“El impacto positivo que el cambio de horario, como cualquier otro estímulo, puede causar en la salud, depende de la respuesta individual y colectiva. El sujeto puede desarrollar procesos biológicos y psicoemocionales que le permiten adaptarse a las nuevas circunstancias y preparase a ulteriores. De no lograrlo sufrirá consecuencias negativas, estrés por defecto o por exceso”, señala Contreras.
Los efectos en el organismo
Aquí es donde se presentan diferencias entre los estudios y publicaciones con base científica. Por ejemplo, según la Sleep Foundation, las personas duermen 40 minutos menos, como promedio, el lunes después de adelantar el reloj en la primavera. Y según los expertos, no es raro padecer alteraciones del sueño en los días o semanas siguientes.
En una encuesta realizada en el 2019 por la American Academy of Sleep Medicine, el 55% de los adultos encuestados dijeron sentirse muy cansados o un poco cansados después del cambio de hora.
Se mencionan efectos principalmente en tres áreas. En salud cardiovascular, los científicos no saben bien por qué el inicio del horario de verano afecta el corazón y los vasos sanguíneos, pero probablemente tiene que ver con la alteración del ritmo circadiano del organismo, según señala, por ejemplo, el Dr. Donald Lloyd-Jones, ex presidente de la American Heart Association y del Departamento de Medicina Preventiva en la Facultad de Medicina Feinberg de Northwestern University. Otros estudios apuntan a que esta condición se normalizaría después de la segunda semana, por lo que se concluye que no hay claridad del impacto del cambio de hora en primavera, en el funcionamiento del corazón.
También se observan problemas para la toma de decisiones. “Se sabe desde hace mucho tiempo que la falta de sueño puede afectar la capacidad de pensar y de tomar decisiones. Las investigaciones también demuestran que las personas que no duermen lo suficiente tienen más probabilidades de tomar riesgos y cometer errores”, explica la académica. Según una revisión del Ministerios de Salud en 2015, estos cambios en las capacidades también son regulados y con un efecto poco duradero, logrando nuestro organismo un “acostumbramiento” al nuevo horario.
No dormir lo suficiente, además, tiene consecuencias negativas para la memoria, la atención y la concentración, según indican las investigaciones. “Es probable que te distraigas más fácilmente y que seas menos productivo el día después de adelantar el reloj. En un estudio publicado en Journal of Applied Psychology se reveló un marcado aumento en la “ciberpereza” —el uso de internet con fines personales, en vez de trabajar— el lunes siguiente al cambio de horario”.
¿Invierno o verano?
Aunque impopular, el horario de invierno es el que mejor se adapta a nuestra ubicación geográfica y favorece la integridad de nuestro sistema circadiano, pese a las preferencias de gran parte de la población por tener largas horas de luz durante la tarde en el horario de verano.
La propuesta es prepararse y adelantar nuestros horarios en ritmo progresivo desde 15 minutos los días previos, para que la alteración del ritmo circadiano no sea tan brusca y no nos veamos tan afectados por este nuevo cambio de horario.
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