Este gas, que no es percibido por las personas ya que no tiene olor, es el culpable de intoxicaciones especialmente en lugares cerrados o semi cerrados por su acumulación.
En mayo de 2019 seis turistas de nacionalidad brasilera fallecieron en un departamento en Santiago por inhalación de monóxido de carbono. Un accidente, que puede tener consecuencias mortales, y que, en Chile, es una consulta común en los servicios de urgencia.
El Dr. Carlos Rivera, académico de la Facultad de Medicina de la Universidad de los Andes, comenta que las fuentes más comunes de intoxicación por este gas son incendios, gases de motores, pero también son producto de combustión parcial o incompleta en estufas o calefactores en casas u oficinas.
Respecto a los síntomas, el especialista comenta que “suelen ser inicialmente inadvertidos y muy inespecíficos para luego presentar dolor de cabeza, náuseas, vómitos, fatiga y compromiso de conciencia”, explica.
En este sentido, el académico UANDES señala que una clave útil para pensar que hay intoxicación por monóxido de carbono es que a estos síntomas afecten “a más de una persona, sobre todo a los que habitan o trabajan en pisos o espacios más elevados, dado que el gas tiende a subir y concentrarse más en esos lugares”.
El Dr. Rivera explica que si se sospecha que este gas está presente en algún lugar se debe ventilar inmediatamente, no encender nada que pueda provocar chispas, incluidos los interruptores, por alto riesgo de explosión, y rápidamente llevar a las víctimas a un centro asistencial o pedir ayuda a un servicio de emergencia.
Para disminuir las posibilidades de inhalación de este gas, el docente entrega una serie de recomendaciones:
• Adecuada mantención de los aparatos de calefacción.
• Ventilar los lugares donde se enciendan fuego o braseros.
• Mantener siempre una conducta de sospecha frente a la aparición de malestares en más de una persona a la vez que habiten o estén en un mismo lugar cerrado o semi cerrado.
Cabe recordar, que todas las personas y sus mascotas son susceptibles de ser víctimas de una intoxicación por monóxido de carbono, pero son especialmente vulnerables los niños, personas mayores y adultos con enfermedades crónicas.
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